La prensa acaba de dar a conocer el informe del Senado de
los EE.UU. sobre los terribles métodos usados por la CIA en sus interrogatorios
y… (¡qué coincidencia!) un informe
confidencial al que ha tenido acceso el Pinolillo describe los crueles métodos
que los profesores de nuestra Universidad aplican a sus estudiantes. El Pinolleaks
desvela estas prácticas en primicia mundial.
Obviamente, el defensor de la Comunidad Universitaria
debería tomar cartas urgentes en el asunto, ante unos métodos cuasi-criminales
que van en contra de todos los derechos humanos y animales.
Ahí van algunas de las prácticas más espeluznantes de los
profesores-torturadores que incluye el mencionado informe (advertimos que la simple lectura puede dañar
la sensibilidad del lector más curtido en películas gore):
- Se observan casos de algunos profesores que obligan a sus alumnos a asistir a sesiones de clase de una hora y media de duración (seguidas) manteniéndolos confinados en los límites de una silla acolchada con reposabrazos en posición sentada, impidiendo que se pongan los pies sobre otras sillas.
- Algunos profesores hacen uso de la pizarra, lo que obliga a los estudiantes a copiar directamente en el papel con un instrumento manual de escritura, en vez de darles fotocopias de un powerpoint. En ocasiones la pizarra es de tiza, que al escribir a contrapelo emite un sonido chirriante que pone los pelos de punta.
- En contadas ocasiones, hay profesores que sacan a los alumnos a la pizarra a resolver algún ejercicio, con el indudable propósito de exhibirlos ante el resto de la clase como si se tratase de mercancía.
- Se relatan episodios de profesores que requieren de sus alumnos la lectura de material fuera de las horas de clase, así como la realización de ejercicios para su exposición posterior, tratando de impedir por tanto el sano ejercicio de las relaciones interpersonales en tiempo de ocio.
- Para los exámenes, no se permite la consulta de Internet (en el pasado eran libros o apuntes), con el consiguiente estrés emocional en el alumnado al no poder comprobar las respuestas o hallarlas directamente en red.
- Algunos (sádicos) profesores pretenden que los alumnos no copien-peguen de Internet sus trabajos, requiriendo de los alumnos una carga extra al deber teclear sus propios trabajos, causando un horrible desgaste articular en los metacarpianos estudiantiles.
- El colmo de los colmos radica en suspender a alumnos con calificaciones inferiores a 3, sin considerar argumentos emocionales o estéticos como “la cara de interés que tengo en las clases” o “yo una vez vine a clase”.
- No permitir la libertad de expresión, con actitudes represoras por parte del profesor que impiden reírse a carcajadas, eructar o jugar con el móvil durante las sesiones de clase o exámenes.
- Socavar la confianza de los estudiantes al exigir la realización de pruebas de evaluación para demostrar que se ha estudiado, como si no sirviese la simple palabra del estudiante cuando asegura lo mucho que ha trabajado en la asignatura.
- El culmen de la brutalidad profesoril, consiste en pretender que los estudiantes escuchen las palabras del profesor durante el desarrollo de las clases, obligando para ello a dejar de pensar en sus cosas, hablar con sus colegas o ver películas en su portátil, lo que supone una cruel privación de la libertad de uso del tiempo, y un instrumento de control del canal auditivo de los estudiantes.
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